Pensaba que ganaba el juego… pero solo huyendo de mí

Hay un momento—de noche, luces apagadas, la luz del móvil iluminando mi rostro—en que te das cuenta: ya no juegas por diversión. Juegas para olvidar.

Así estaba yo el invierno pasado. Tras un largo día escribiendo y editando, mis dedos actuaban solos: entrando en Fuxiu Feast, apostando como rezos. Las pantallas brillaban con carteles festivos: “¡Fortuna del Toro Dorado!” “¡Bono de Año Nuevo!” Parecía sagrado. Como magia.

Pero luego llegó el silencio tras la derrota.

No solo la pérdida económica—la que aprieta el pecho—sino una vaciedad en los huesos.

No buscaba suerte. Buscaba distracción.

El ritual de la presencia: cuando jugar se convierte en oración

En psicología lo llamamos evitación conductual: usar acciones repetitivas para huir de emociones incómodas. Y los juegos son herramientas perfectas para eso.

Pero esto es algo que ningún manual dice: el verdadero juego no está en la mesa—está dentro de ti.

Cuando Bilal de Lahore habla de ‘leer el oráculo Fuxiu’ o establecer reglas diarias (su ‘Escudo de Serenidad’), no comparte solo estrategia—revela algo más profundo: estructura como cura.

Entonces me di cuenta: no necesitamos más victorias, sino mejores formas de estar con nosotros mismos.

Así que dejé de entrar en otra ronda tras perder 1000 Rs. Empecé a preguntarme:

• ¿Qué estoy tratando de anestesiar?
• ¿Qué sentiría real ahora?
• ¿Puede este momento contener alegría aunque nada cambie?

Y lentamente… sí lo hizo.

La rebelión silenciosa de pequeñas victorias

Una noche, tras tres pérdidas seguidas y lágrimas en los ojos (sí, lloré por cartas virtuales), hice algo radical: Dejé de jugar. Me quité los audífonos. Abrí la ventana. The ciudad zumbaba abajo—sonidos leves del tráfico y risas desde un apartamento al otro lado. The luna colgaba baja como un testigo silencioso. y durante diez minutos? Sin pantallas. Sin apuestas. Solo respirar. y luego volví… y jugué solo una mano—with 5 Rs en ‘Banquero’. The resultado ya no importó. el acto sí lo hizo. fue ya no sobre ganar—fue sobre presentarse sin armadura. esto es lo que parece la atención plena en formato digital: pequeñas decisiones que dicen: tú tienes permiso para estar aquí—even si estás roto o cansado o asustado.

Por qué jugamos (y por qué debemos detenernos)

No somos solo jugadores—we are storytellers building narratives around survival:

soy bueno en esto → me importo;

si sigo perdiendo → fracaso;

si gano una vez → soy digno otra vez…

El ciclo es agotador—and peligroso when unchecked by awareness.r El juego prolongado bajo estrés puede mimetizar trastornos ansiosos; picos dopaminérgicos se vuelven muletas emocionales; la soledad se profundiza hasta convertirse en soledad disfrazada como conexión a través de comunidades como ‘Círculo Luz Fuxiu’.

La verdad? la comunidad no arregla la soledad—it reflects it back in beautiful form so we can finally see ourselves clearly enough to heal.[1]

No estamos jugando contra otros—we are relearning how to sit with ourselves.r — Nota anónima del grupo ‘Ecos Nocturnos’

Recuperar la alegría más allá de la victoria

“No trates el juego como terapia—but permite que forme parte tu autocuidado.” — Dra. Lina Chen, Laboratorio de Psicología Digital

El movimiento más poderoso no es doblar apuesta tras derrota—it’s walking away knowing you still exist beyond any win or loss._

Así que hoy prueba esto: r Usa Fuxiu Feast no para fortuna—but for focus._ r Establece un temporizador para 20 minutos._ r Juega una mano._ r Cierra los ojos._ r Pregúntate:“¿Qué siento ahora?” Sin juicio. Sin expectativas. Solo presencia. _ r No necesitas toros dorados ni carteles festivos para encontrar paz._ _Solo necesitas permiso—to be human,_to be still,_to be real—in front of your own screen.”