Jugar para estar presente

No juego para ganar. Juego para recordar. Cada noche, abro la app no por las luces ni los premios, sino porque en esos cinco segundos antes de que la apuesta se resuelva, siento algo real. No es el RNG lo que me da paz—es el silencio entre victorias lo que lo hace. Criado en un barrio multicultural donde la oración judía encontró el canto irlandés y los tambores africanos a medianoche, aprendí que los rituales no tratan de ganar—sino de aparecer. La ‘tabla Feng Niu’? No es un casino. Es un templo sin paredes. Observo patrones: tres victorias consecutivas. Un nuevo jugador avanza hacia ello como fuego—but yo me detengo. No porque crea en tendencias—sino porque necesito respirar. La plataforma lo llama ‘suerte.’ Pero yo lo llamo quietud. La semana pasada, alguien publicó una captura: ‘Racha afortunada.’ Ellos creyeron que habían vencido al sistema. Sonreí—no dije nada atrás. Nos dicen: ‘Apuesta con inteligencia.’ Pero nadie dice: ‘Mantente en calma.’ Mi madre me enseñó: cuando entras en una habitación llena de ruido, no busques significado—escucha.