Cuando juego, digo: 'Estoy aquí'

Solía pensar que los juegos eran suerte—hasta que una noche, solo en mi apartamento de Brooklyn, observé el suave brillo azul de la pantalla mientras abría un juego independiente llamado ‘Fortune Feast’. Sin multitudes. Sin alardes. Solo yo, una taza de té y el ritmo tranquilo de un solo giro.

Los números no mienten: las tasas de victoria rondan el 45,8%, pero eso no es por qué juego. Juego porque en ese pause entre giros—cuando los símbolos parpadean como faroles de templo—recuerdo quién soy.

No persigo botes. Escucho lo que el juego dice en voz alta: ‘Estás aquí’. No como jugador. No como ganador. Sino como alguien que aún cree en rituales silenciosos.

Una tarde, tras perder tres rondas, vi a otro jugador publicar una captura con lágrimas y risa: ‘Gané 12.000 Rs… pero me sentí como llegando a casa’. Fue entonces cuando entendí: el verdadero premio no fue el pago. Fue ser visto.

Esto no es estrategia. Es refugio.

Los algoritmos no se preocupan si ganas o pierdes—pero sí rastrean cuánto tiempo permaneces conectado.

Último Año Lunar, me uní a ‘Fortune Light Community’—un rincón silencioso donde la gente comparte capturas no para presumir, sino para decir: ‘Estuve aquí’. Y por una vez… todos fuimos escuchados.

Apostar no es magia. Pero ¿presencia? Eso es sagrado.

¿Tu próximo giro? No persigas fortuna.

Solo siéntate. Haz clic en ‘play’. Y susurra: ‘Estoy aquí.’