De Novato a Rey del Fuxian

Recuerdo mi primera mano en la mesa del Fuxian: un templo de linternas rojas y fichas que chispeaban como oraciones. No buscaba fortuna; aprendía su ritmo. Como diseñador entrenado en el Digital Media Lab de USC, moldeado por la lógica de Silicon Valley y el equilibrio taoísta, dejé de verlo como juego. Se volvió una meditación en movimiento: cada decisión, cada pausa, era dato hecho visible. El porcentaje de victoria: 45,8%. El presupuesto: 800-1000 Rs. por sesión. La recompensa no era ‘jackpot’—sino ‘el momento adecuado’. La verdadera magia no estaba en duplicar—sino en saber cuándo detenerse.