¿Estás Realmente En Línea?

Solía pensar que estar en línea significaba ser visto. Pasé años construyendo sistemas sociales en Meta: juegos interactivos que prometían pertenencia mediante bucles de dopamina. Pero cuanto más codificaba, más claro era: nuestras conexiones no eran reales. Eran diseñadas. Optimizadas. Monetizadas. El algoritmo no le importa si estás solo; solo le importa si haces clic.

Recuerdo la voz de mi madre en la cocina de Brooklyn: «No necesitas ruido para ser amado». Ella me enseñó que la alegría vive en el silencio—not in likes.

La semana pasada, vi un clip viral: un joven creador llorando por un DM sobre «¿Por qué nadie respondió?»

No fue casual—fue sistémico.

Nos vendieron un mito: engagement = intimidad. Un corazón verde se cuantifica con tasas de swipe.

Pero aquí es lo que los datos ocultan:

1. Tu última respuesta llegó a las 3 AM—nadie más estaba despierto salvo tú.
2. ¿El post «trending»? Fue moldeado por redes bot—no por comunidad.
3. ¿Tu contador de «likes»? Un espejo de tu valor—diseñado por una subasta de atención.
4. ¿El botón «follow»? Una trampa disfrazada de afinidad—with cada clic, pagas con silencio.
5. ¿La sección de comentarios? Un pueblo fantasma donde la vulnerabilidad va sin reconocimiento.

Ya no persigo tendencias.

Ahora construyo rituales lentos: a un paseo tranquilo antes de dormir, a una nota sin leer sobre mi escritorio, a un boceto en Figma de alguien sonriendo sin filtro, a una sola línea de código que dice: «Eres visto—incluso cuando estás desconectado».

El acto más radical no es publicar—it’s pausar.

Y ahora te pregunto: ¿Cuándo fue la última vez que sentiste verdaderamente visto… no como dato—but como respiración?